sábado, 11 de junio de 2016

Planes de formación en las organizaciones

  El ritmo tan acelerado con el que vive la sociedad actual implica una serie de características que se deben adoptar en la persona para adaptarse y amoldarse a los desafíos y continuos cambios que se presentan. Las nuevas tecnologías, el crecimiento cada vez mayor de la competitividad en las empresas son factores que hacen que la formación continua en una empresa sea necesaria para su desarrollo, crecimiento y continuidad en el sector mercado.

  En el anterior post, en relación a los Bloques I y II de la asignatura de Pedagogía Laboral, hacía referencia a que la formación del empleado en una empresa se debe categorizar como una inversión, no un gasto. Es un derecho de todos los trabajadores, incluidos los clasificados como desfavorecidos (Mujeres, personas mayores de 45 años, personas con discapacidad y trabajadores no cualificados) que quieran mejorar sus conocimientos o cualificaciones profesionales que exige la empresa, tanto para pertenecer en ella como para beneficio propio. Aunque la cultura de aprendizaje permanente aun no está del todo asimilada en las empresas españolas, gracias al modelo de 2003 de sistema de bonificaciones, que establece que las empresas, en función de sus cotizaciones a la Seguridad Social en concepto de Formación Profesional durante el año anterior, pueden gozar de un crédito para la realización de cursos, calculado tras aplicar un porcentaje de bonificación. Dichas bonificaciones, se realizan a través de la Fundación Tripartita, conformada por la Administración Pública, las agrupaciones de empresarios y los sindicatos más representativos.

  A pesar que hoy en día, muchas empresas siguen viendo la formación permanente y continua como un gasto, no como una necesidad, en 2006 se firmó un Acuerdo de Formación para el empleo, por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, con la finalidad de favorecer la formación a lo largo de la vida de los trabajadores desempleados y ocupados, mejorando su capacitación profesional y promoción personal y, para mejorar la empleabilidad de los trabajadores desempleados con el fin de potenciar su integración y reinserción en el mercado de trabajo. Esteve (2003) afirmaba que, “Mientras que hace treinta años, una titulación académica aseguraba un estatus social y unas retribuciones económicas acordes con el nivel obtenido, en el momento actual los títulos académicos no aseguran el futuro de los alumnos titulados”.

  Hay que valorar a la formación Profesional Continua como un proceso positivo, porque es un instrumento de calidad que beneficia tanto al trabajador como a la empresa.
No suele ser fácil asegurar la formación del trabajador, pero para ello, para asegurar por un periodo, existe el plan de formación, identificando el qué hace que la actuación de una empresa sea menos eficaz y de ahí corregirlo. El diseño de un Plan de Formación se convierte en una gran ayuda en el proceso de gestión del conocimiento de la empresa generando el desarrollo de la empresa, favoreciendo un buen clima de trabajo y potenciando las posibilidades personales, profesionales y laborales de las personas que forman el equipo humano de la empresa. Aunque también influye la actitud y el interés por parte del empleado, para ello es importante que el diseño del plan sea atractivo y lo más ameno y facilitador para él, es en este punto donde los pedagogos/as debemos apoyarnos de todas las modalidades de formación que están a nuestro alcance, sobre todo las relacionadas con e-learning y outdoor-training.

  En relación a los perfiles competenciales y necesidades de cualificación dentro de una empresa, estuve investigando sobre expertos en este tema y me topé con Guy Le Boterf, quien es reconocido mundialmente como uno de los mejores expertos en gestión por competencias, en relación a las empresas. Para él, la competitividad de una empresa dependerá cada vez más de reunir y facilitar la cooperación de las competencias individuales. Desde su experiencia y pensamiento, considera que si las personas que constituyen la empresa tienen posibilidad de construir competencias dentro de ella, de tener un progreso profesional, van a existir menos conflictos sociales y mayor interés por la empresa. Es decir, que puede existir una relación entre una buena política de desarrollo de competencias y la fiabilidad social de una empresa.  Concluye afirmando que la competitividad de una empresa, sus ganancias, su eficacia y la calidad de sus productos dependerán cada vez más de la buena cooperación de las competencias individuales.  

  Por otro lado, Guy Le Boterf, en una ponencia realizada en Chile sobre la gestión, considera importante distinguir entre “ser competente y “tener competencia”. Ser competente es la capacidad de actuar con pertinencia y competencia en una situación de trabajo. Se refiere a la acción de la práctica laboral. Mientras que tener competencias es tener recursos (conocimientos, saber hacer, métodos de razonamiento, comportamientos) para actuar con competencia. En relación a ello, me pareció interesante su postura respecto a que es importante trabajar permanentemente la coherencia. Pone el ejemplo de “una jefatura de jardinero” (Gardening Management), de Estados Unidos y dice así:

“Así como el jardinero no tironea las plantas para hacerlas crecer, sino que asegura una acología favorable para aumentar al máximo las posibilidades de que crezcan, el jefe cercano no puede “forzar” a las personas a actuar con pertinencia y competencia: tendrá que poner en práctica un conjunto de condiciones favorables para que sus subalternos no solamente sepan actuar (capacitación, análisis y socialización de las prácticas, proyectos de profesionalización), sino que también tengan la posibilidad de actuar (dar sentido al trabajo, compartir los desafíos, posibilidades de desarrollo profesional, reconocimiento).”

  Aquí entra uno de los objetivos a alcanzar del plan de formación, el potenciar el desarrollo personal, la integración y la motivación hacía los objetivos de la organización. El desarrollo de las competencias y las características del equipo humano de una empresa las relaciono con la teoría del iceberg, es decir, hay conductas observables en la persona y competencias son innatas y que las trae consigo la persona, sin embargo hay conocimientos, habilidades,  rasgos de la personalidad y motivos personales que puedes hacer “invisibles” las competencias. Considero que en este aspecto, es fundamental que en la formación se tengan en cuenta estos factores.

  En definitiva, las empresas deben preguntarse si quieren realmente mejorar su calidad y adaptarse a estos tiempos o quedarse ancladas en su estructura tradicional y “comoda” lo que impedirá evolucionar tanto a nivel profesional como personal. Es fundamental la labor del pedagogo/a en este sentido, somos en parte responsables de no “crear” esa necesidad en las empresas y “educándolas” para que consideren la formación continua como una herramienta que genera mayor rentabilidad económica a la larga y un aumento de eficacia en el empleado.

  La formación permanente no solo está diseñada para aportar conocimientos, sino también para dar  herramientas para que cada profesional encuentre respuestas a sus dificultades y conseguir el éxito. Y para que eso sea posible hay que saber, en primer lugar, cuáles son tales necesidades o problemas. De la misma forma que para cualquier profesión es indispensable superar una carrera o una formación que fundamente unos conocimientos adquiridos para ejercerla, en la mayoría de sectores se exige una formación permanente para “continuar” en el mercado. 


Bibliografía:


  • Diagnóstico de necesidades de formación (40 horas). Contenido público de la Fundación Tripartida. Apuntes del Campus virtual de la asignatura de Pedagogía Laboral.
  • REVISTA IDEA (2000). La gestión por competencias. Buenos Aires. Recuperado de: http://www.guyleboterf-conseil.com/IDEA.PDF
  • Sánchez Morales, P. Detección de necesidades formativas "Planes de formación en las organizaciones". Apuntes del Campus virtual de la asignatura de Pedagogía Laboral.
  • Sánchez Morales, P. Conceptos pedagógicos base para el diseño de acciones formativas (caso real).